Yo acuso

jueves, 1 de noviembre de 2007


Plinio Apuleyo Mendoza defiende en el siguiente texto a la familia Araújo y acusa a la justicia de ceder a presiones políticas y mediáticas.
Fecha: 11/03/2007 -1331 La ligereza y consecuente injusticia de los cargos que han llevado a La Picota a Álvaro Araújo Castro desde el mes de febrero, habrían estremecido a un Emilio Zolá. No es la primera ni la última que ocurre en Colombia, pero sí una de las más flagrantes. Me escandaliza. Escandalizaría a cualquiera que la examinara de cerca, y no se limitara, como ocurre en nuestro mundo light, dispuesto siempre a quedarse con la consideración simplista de que "cuando el río suena, piedras lleva".La detención de Álvaro Araújo y la renuncia de su hermana María Consuelo, entonces ministra de Relaciones Exteriores, tiene su punto de partida en un hecho simple e inscrito en la rutina de su despacho: una audiencia no concedida por ella un día de octubre de 2006 al cónsul de Colombia en Barquisimeto, Elías Ochoa Daza. Oriundo como ella de Valledupar, amigo de su familia, antiguo aliado político de su hermano Álvaro que había facilitado y apoyado su elección como alcalde de Valledupar años atrás, Ochoa esperaba ser recibido por la ministra María Consuelo para solicitarle un favor muy especial: el nombramiento, en reemplazo suyo, de Carmen Alicia Rivera, su esposa, al frente del consulado de Barquisimeto. >>>

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